Si a esto sumamos el crecimiento de los núcleos de población, comenzó a ser difÃcil diferenciar a tantas personas que se llamaban igual, de modo que se amplió la fórmula nombre + patronÃmico. Juan MartÃnez era ahora Juan MartÃnez, el añoso; Juan MartÃnez, el rubio; o Juan MartÃnez de Sevilla. Los apodos, la perdu